lunes, 14 de enero de 2013

El cine es una herramienta para transformar el mundo y a nosotros mismos


Manon Barbeau, laureada documentalista canadiense, llegó a Ayacucho para lanzar una iniciativa audiovisual que permitirá a jóvenes quechuas el revalorar su idioma, cultura y dar a conocer las realidades de sus pueblos.
Junto con las Primeras Naciones del Canadá, Barbeau desarrolló los estudios ambulantes de formación y de creación cinematográfica Wapikoni Móvil.
Las películas, dirigidas y producidas por jóvenes indígenas, son reconocidas hoy no solo por su valor artístico, sino por ser una estrategia efectiva para sanar sus propias heridas, restablecer el vínculo con los mayores y otorgar un sentido de orgullo colectivo a dichos pueblos, marginados dentro de sus propios Estados.
En diciembre de 2012, Wapikoni Móvil fue reconocido por la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas (UNAOC) con el premio Plural+, galardón destinado a producciones audiovisuales que promuevan la diversidad y la inclusión social.
Ella es hija del pintor Marcel Barbeau, quien junto a otros artistas y pensadores, publicaron en 1948 el manifiesto “Rechazo Total”, en el que criticaban varios aspectos de la vida, la moral, cultura y en especial, la iglesia en Canadá. La reacción que causó la proclama dejó a muchos de ellos sin empleo, o los forzó a emigrar.
A los tres años, Manon es abandonada por sus padres y dejada al cuidado de sus tías, mientras que su hermano fue recibido por una familia adoptiva y desarrolló un cuadro de esquizofrenia. “Fui criada con un sentimiento de marginalidad”, explica Barbeau. Esta angustia fue plasmada en el documental, Les enfants du refus global (1998).
“El arte fue mi modo de expresarme. La primera cosa que quise hacer fue pintar, como mi padre. Pero él me desanimó por considerarla una vida muy difícil. Entonces fui a la universidad, a estudiar cine, ya que era otra forma de usar las imágenes. Para mí el cine es una herramienta para la gente, tanto para un individuo como para una colectividad, que puede transformar el mundo y a nosotros mismos”, explica.
Interesada en todas las marginalidades, Barbeau trabajó con niños de la calle y prisioneros de alta peligrosidad. “Considero que todos los humanos, son humanos. Quería descubrir a la persona detrás de la apariencia y darles voz para que sean escuchados. Empecé a trabajar con la gente excluida y a escribir guiones con ellos. Era importante para mí que dijeran lo que tenían que decir, del modo en que querían decirlo, porque eso da autenticidad a las películas”, comenta sobre sus inicios.
La realización de la película The End of Contempt (2002), la llevó a conocer de cerca la crítica situación de las Primeras Naciones del Canadá a través de los ojos de Wapikoni Awashish, una joven lideresa del pueblo Atikamekw que murió trágicamente en un accidente de auto antes de completarse la producción. En su honor, Barbeau enfocó su labor hacia la juventud indígena y al cine como medio de expresión y de reconectarse con su propia cultura.

Cine colectivo
Wapikoni Móbil tiene en su haber 520 películas realizadas por jóvenes indígenas, de las cuales 60 han sido premiadas en Canadá y a nivel mundial. Difícil de imaginar en un país con altos índices de consumo de drogas y alcohol entre la juventud de las Primeras Naciones y en donde la herencia de las escuelas residenciales, o centros de asimilación, quebró el espíritu de varias generaciones.
“Las comunidades están aisladas y muy separadas una de la otra. No hay empleo y los jóvenes abandonan la escuela a muy temprana edad. Así que los traficantes los ven como un buen mercado. Los estudios móviles les brindan la posibilidad de descubrir que hay otras actividades, además de beber diez cervezas por la tarde. Ellos pueden hacer algo más. Tienen algo contundente que decir. Tienen una cultura dinámica. Y cuando usan el video para transmitir esa cultura, esta se les revela y terminan descubriéndose a sí mismos y recuperando su orgullo”, explica Barbeau.
Este sentimiento de recuperar lo perdido se extiende no solo a los jóvenes, sino a todos los pueblos en su conjunto. Al finalizar las producciones, estas son proyectadas en las comunidades, que las sientes como expresión de su orgullo colectivo. “La lucha por la reivindicación de las Primeras Naciones no es la misma hoy que hace diez años. No creo que sea solo por Wapikoni Móvil, pero creo que hemos ayudado en ello”, deduce orgullosa.
El cine indígena, como expresión de una colectividad, es incomprensible de acuerdo a los parámetros tradicionales. No obstante, Barbeau considera que todo está íntimamente conectado. “Creo que todos somos miembros de una colectividad. No podemos negar eso. Incluso si hablas por ti mismo, tú eres producto de tu comunidad. Y si hablas por ti mismo, el sentimiento que habitará tu película hablará desde tu comunidad aún con más fuerza”.
Para la cineasta, los pueblos indígenas pueden utilizar una expresión contemporánea como el cine para hablar de sus ancestros, tradición y derechos, de forma fidedigna y respetuosa.
“El peligro está en reproducir lo que hemos visto anteriormente en el cine o la televisión”, explica Barbeau. Por ello, las películas producidas a través de Wapikoni Móvil, si bien son narradas con estructuras clásicas, una buena parte tienen una estética más audaz y experimental, y compiten en festivales internacionales con otras películas no indígenas.
“Si tu fuerza se exhibe en la película, y tienes tu propio estilo, durante los festivales se va notar tu trabajo”, indica.
Barbeau compara el cine con una comenta en el cielo que todos pueden ver y escuchar, y que puede ayudar a transformar conciencias y llamar a la acción.
“Creo que no deberíamos tener fronteras en nuestras cabezas. La tierra entera está conectada. Y no solo debemos comunicamos con nuestra gente. Debemos enlazarnos con todas las personas que sienten lo mismo, que tienen las mismas problemáticas, y usar estas facilidades para construir redes, para que seamos escuchados. Y que seamos fuertes juntos para cambiar el mundo”.
La iniciativa audiovisual en Ayacucho es impulsada por la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas CLACPI, CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas del Perú y el Centro de Formación y Realización Cinematográfica CEFREC de Bolivia, gracias al apoyo resultante de la unión de esfuerzos entre OXFAM y Wapikoni Móvil.
Esta comprenderá todo un año de trabajo, al final del cual los jóvenes quechuas también podrán contar sus propias historias, desde su propia estética y cultura.

Fuente: CHIRAPAQ