lunes, 25 de julio de 2016

La telefonía indígena comunitaria: Comunicación y lucha por la autonomía

Por: Erick Huerta

El pasado 5 de julio el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) anunció que había aprobado el otorgamiento de la primera concesión social indígena para prestar servicios de telecomunicaciones y telefonía celular.

Se ha dicho que este hecho es un acontecimiento histórico, no sólo porque es la primera vez que una comunidad indígena logra ser concesionaria de una porción de espectro para telefonía celular, sino porque representa un paso trascendental en la larga lucha de los pueblos y comunidades indígenas para adquirir, administrar y operar sus propios medios de comunicación, elemento fundamental en sus procesos de autonomía.


Desconozco si quienes se encontraban en la negociación que culminó en los Acuerdos de San Andrés Larráinzar en 1996 imaginaban que la propuesta ahí señalada tendría los alcances que las comunidades hoy en día comienzan a darle. A veces pienso que en ese tiempo, en la mente de estos negociadores, se hallaban más bien las radios comunitarias y tal vez la televisión comunitaria. Aun así, tuvieron la visión de establecer un término amplio que abarcara cualquier tecnología.

La larga lucha de los pueblos indígenas ha sido por mantener su territorio y contrarrestar una serie de políticas y acciones de Estado que han mermado su autonomía y su capacidad de tomar decisiones sobre sus formas de desarrollo, lo que ha contribuido a generar en muchas comunidades marcadas condiciones de pobreza.

El tratamiento que desde hace décadas se da a los pueblos índigenas ha sido el de pobres. Los organismos como el Banco Mundial han contribuido a fomentar esta política bajo esquemas sintomáticos. Digamos que podría leerse así: eres pobre si te falta ingreso, educación, salud y alimentación, luego, dejarás de ser pobre si se te dan estas cuatro cosas.

Bajo esta idea se ha generado un programa estrella que durante varios sexenios se ha venido repitiendo con distintos nombres: Progresa, Oportunidades, Prospera, Cruzada Contra el Hambre. Después de 20 años se ha demostrado que este programa no ha logrado reducir en nada la pobreza y en algunos casos la ha profundizado.

La principal razón de estas causas es que el combate a la pobreza se ha centrado en sus síntomas, no en sus causas y al atender cada uno de esos síntomas profundiza sus causas. Por ejemplo, no se pregunta las causas de los bajos ingresos de la población, sólo se otorga dinero, e incluso este se condiciona a que el beneficiario se mantenga pobre, en lugar de apoyar sus actividades económicas para que le generen un mayor ingreso.

Con este esquema se proporcionan servicios de salud, pero se substituye la salud tradicional en lugar de complementarla. Así por ejemplo, en lugar tener un cuadro básico de medicamentos basados en herbolaria de la zona, se conforma un cuadro básico de medicina que normalmente no está disponibles y que la gente tiene que adquirir, mermando así su economía. En lo que respecta a la alimentación, en muchos casos se integran despensas con productos ajenos a la zona pero no se utilizan los productos locales, ni se fomenta la agricultura local. La educación forma a la gente en conocimientos que no le son útiles en su localidad, teniendo después que migrar, entre otras consecuencias.

Todos estos elementos aparentemente de ayuda, se convierten en herramientas de despojo, volviéndose la pobreza un gran negocio para las empresas que prestan los servicios que requieren estos programas, ellas son al final las grandes beneficiarias. Un retrato de esto me lo ofreció una comunidad, cuando me mostraron que junto con la tarjeta para retirar su dinero de Oportunidades, le daban una tarjeta de una tienda para comprar electrodomésticos en pagos chiquitos, por lo que ese dinero, el supuesto beneficiario sólo lo veía pasar.


Bajo este mismo sistema se dio la cobertura social de telecomunicaciones. Se subsidia a una empresa para que preste sus servicios a una localidad y la empresa lo presta a un costo muy alto pues se trata de servicios que para ella no son rentables. El problema aquí es que, a diferencia de lo que sucede en los otros programas, a la empresa sólo le es rentable la instalación, pero no la operación, a pesar de las altas tarifas que llega a cobrar.

Esta falla en el sistema y el desarrollo de tecnología costo accesible, permitió demostrar algo que los pueblos indígenas en aquella rebelión que se reflejó en los Acuerdos de San Andrés señalaban: son los propios pueblos quienes pueden atender mejor sus necesidades.

Así nació la telefonía comunitaria indígena que, con una tecnología de costo accesible y bajo los sistemas de organización de los pueblos, logró llevar cobertura celular a lugares que hasta hace poco se consideraban inviables, con tarifas de menos del 1% de la tarifa aplicada en esas zonas por las casetas telefónicas.

Este hecho histórico es sólo un pequeño paso de un sueño que empezó a realizarse hace muchos años y que se construye día a día en las comunidades indígenas de nuestro país quienes, bajo sus propios principios, generan formas de atender sus necesidades con sus recursos, en esquemas de colaboración y apoyo mutuo, invirtiendo la lógica de dependencia por la de autonomía.

Fuente: Comunicares